(epílogo de Heroidas Tardías)
Sucede que el cuidado es necesario,
que algunos se engañan sin conciencia cuando muestran su falsía;
y que, también,
hay quienes les desprecian y combaten duramente sin conciencia.
Los UNOS,
con falsos empeños,
poses rebuscadas y asimiladas mentiras que no engañan al agudo,
mezcla de pasiones ciertas e ingenuos objetivos de grandeza inmerecida.
Parafernalia de sonidos opacos y sin concierto,
bombos y platillos de quienes no saben manejar esos instrumentos;
ontogénesis marcadamente frágiles,
almas reblandecidas por el temperamento y las circunstancias,
con deseos de vivir y estar entre los hombres de algún modo.
Yerran por ignorancia de la vida,
porque parten,
ciegamente,
de supuestos establecidos por quienes les preceden;
o porque, siendo videntes,
son demasiado sensibles y volubles,
se cansan a priori y son inertes:
el análisis concreto,
la verdad por medio de la práctica
se diluye en los ensueños.
Los OTROS,
con ínfulas de jueces y la verdad a medias,
fiscales de quienes establecen distinciones,
prematuros homogéneos del ser y el darse,
carecen de justicia casi siempre,
carecen...
En esta idea radica,
quizás,
un poco de dialéctica humanidad:
si bien,
necesaria y justa es la crítica que revela y sana,
a su vez,
necesaria es la tolerancia histórica que no anula sino agrega,
que permita elevar y hasta evolucionar a algunos;
para que no todos se pierdan,
y el HOMBRE
con mayúsculas,
gane definitivamente con el tiempo.
Oliverio Funes Leal
12 de abril de 1978