El ruido es tan fuerte,
realidad,
que muros de flores
me tienen oculto.
Y cuando evoco,
realidad,
tu insensible existencia,
arranco puñados
de rosas silvestres
que lanzo con pena
a tu estéril imagen.
De noche y oculto,
realidad,
por sombras de asco
invado tu tierra.
Y extraigo de ella,
realidad,
estiércol malsano
que nutre las plantas
que sirven de límite
a restos que imploran
tu benevolencia.
No niego la fuerza,
realidad,
que eleva mi alma
por sobre tu mundo.
Ni la fétida esencia,
realidad,
que emana tu cuerpo
y opaca aromas
que embriagan mi mente
de sueños tranquilos,
en los que ambos,
tú
y
yo,
realidad,
no existimos.
Oliverio Funes Leal.
29 de febrero de 1972.